Cada vez que me preguntan que es Alianza Lima, lo primero que se viene a mi mente es que es una gran familia. El tiempo y su historia han unificado esos lazos, los volvieron inquebrantables. El vínculo entre el hincha y los equipos (masculino, femenino, reservas, etc), es cada vez más fuerte.
Pero ¿cuál es la real definición de familia? Grupos de personas, normalmente unidas por lazos legales, que conviven y tienen un proyecto de vida común. Los lazos blanquiazules no son legales, pero creo que son mucho más fuertes. La energía que uno siente en el estadio Matute es inexplicable, miles de almas son un solo CORAZÓN.
Entre hinchas siempre escucharás el particular y único saludo, “Arriba Alianza toda la vida”. Quién no queda en juntarse para ir al templo, quién no se encuentra con los amigos a tomar previa al partido, mientras corean las barras, escuchando el bombo, los tambores y la trompeta, viendo flamear las banderas blanquiazules es las calles aledañas. Enseñarles a los niños el glorioso himno aliancista o cantar gallo negro. Esas son las tradiciones que años tras años seguirán vigentes, por la gran familia de Alianza Lima.
Y no solo he sido testigo como periodista, cuando he ido a cubrir los partidos o cuando fui como hincha. También tuve la oportunidad de entrevistar a exs jugadores, hinchas y muchas personas vinculadas al equipo íntimo. Lo más importante fue escuchar sus testimonios, y que todos absolutamente todos, dijeron que, aparte de ser un sentimiento, el cuadro blanquiazul es una gran familia.
Alguna vez escuché decir a Gustavo Roverano, el arquero del centenario, lo siguiente: “Con el respeto que merecen los otros equipos por los que jugué, pero lo que viví en Alianza Lima fue increíble, siempre fuimos una familia, hasta ahora lo somos, tenemos un grupo de WhatsApp, siempre en comunicación”.
“Yo siempre tengo un respeto y cariño por la familia aliancista, siempre me recuerdan con cariño, viví momentos increíbles”, comentó Santiago Salazar, ex jugadore de Alianza Lima, con una sonrisa de oreja a oreja.
Quién no se ha deleitado con la rica comida de las hermanas Penalillo, en occidente. Olga y Juana, padecieron mucho en pandemia, las alejó de su familia aliancista por un largo tiempo, no podían engreír a sus clientes, su negocio se paralizó por completo. Pero, el amor, la unión y la familia pudo con la adversidad. Los hinchas comenzaron a pedir sus riquísimos potajes a domicilio. “De Matute a tu casa”, así llamaron a la nueva propuesta. “Estamos muy agradecidas con todos los hinchas, como nos ayudaron, tuvimos mucho apoyo”, comentaron. Y es que la familia siempre está en las buenas y más en las difíciles.
Otro ejemplo que no podemos dejar pasar, fueron las tantas veces que muchos niños con sus letreros han ido al templo a pedir las camisetas de los protagonistas y ellos le cumplieron. El abrazo del papá, el apoyo de los que presenciaron este acto de generosidad, el ambiente siempre se torna familiar. Si tenemos que hablar del primer equipo, se nota en cada instante la unión y la confraternidad, dentro y fuera del campo. Cada muestra de compañerismo, cada abrazo, cada aliento…
Tengo que admitir que también quiero contar lo que vivo con mi familia cada vez que voy a Matute. Con mi hermana decidimos llevar al estadio a mi papá cada vez que juega el equipo. Hace muchos años no pisaba Matute. Es una satisfacción increíble abrazarlo en cada gol, cantar, alentar y hablar de fútbol con él. Sobre todo, nadie me quitará el momento, donde lo vi derramar lágrimas cuando ganamos el bicampeonato, miró al cielo, emocionado y gritó: “Alianza Lima es lo más grande, gracias por eso”.
Cada vez que voy al templo sé que viviré sensaciones increíbles, acciones que te hacen latir en corazón. Sentir esa energía tan poderosa, la palabra amigable, el saludo efusivo y las mil voces convertirse en una. Siempre seré testigo de momentos inolvidables. Por ello, esta gran familia siempre estará las buenas y más en las malas, cantando hasta que duela la garganta y dejando el corazón los 90 minutos en cada partido. Así es Alianza Lima, una gran familia.
Por: Alexandra Salgado (@alesalgado)