Imagina que tienes 37 años, imagina que eres un futbolista retirado, imagina las cosas que pudieras haber conseguido después de jugar en Perú, Argentina, Uruguay, Portugal y cerrar tu carrera jugando 4 temporadas en Italia.

29 de Noviembre de 1987, el equipo de Alianza Lima que sufriría la tragedia más dolorosa del fútbol peruano juega por última vez en su casa, en Matute, en el Estadio Alianza Lima, el que después se llamaría Alejandro Villanueva.

Mi nombre es Enrique, mi hobbie es Alianza, mi pasatiempo es coleccionar datos e historias de Alianza, mi fin de semana se traslada a Matute, con mi hijo. Le prometí que iríamos al clásico, esa promesa está desde inicio del año, el no sabe lo que es perder en Matute, ni siquiera el empate conoce, cada vez que llevo a mi chamaco siempre Alianza gana, le dije – el clásico en Matute nos vamos compadre -listo papá, tengo que ir para ganarlo.

De un tiempo a esta parte, después de los resultados de Copa y de la forma de jugar en estos últimos partidos, sus detractores siempre salen con las frases subjetivas: “no jugamos a nada”, “los cambios no fueron los correctos”, “no entiendo el esquema”, “es un aprendiz”, hasta se atreven a lanzar nombres de reconocida experiencia para su reemplazo, suena los nombres de Autouri, Costas, Gareca, hasta Pekerman.

Para los nuevos hinchas de Alianza Lima de 15, 12, 10 años resultará difícil entender que su equipo tiene un pasado social rico, al punto de entender que alguna vez todo el plantel era conformado por jugadores de afrodescendientes, los tiempos han cambiado, por alguna razón la cantera aliancista dejó de sacar jugadores morenos, el incremento de extranjeros y nacionalizados afectó sin duda, por ejemplo al inicio de la temporada Alianza contaba con 4 nacionalizados (Miguez, Lavandeira, Zanelatto y Benavente) y 6 extranjeros (García, Peruzzi, Andrade, Costa, Sabbag y Barcos), es decir 10 jugadores que no son canteranos, que hemos importado de otros países para completar el equipo.