Estación 1901: El día después del adiós

El empate a Universitario no fue el detonante, ni mucho menos algunos movimientos de piezas durante el clásico que desconcertó a más de uno. La salida de Guillermo Salas entró en un compás de espera y tuvo un punto culminante en un comunicado del Club Alianza Lima que me dejó sensaciones amargas y de incertidumbre hacia la institución.

Las cifras que dejó el Tío Memorias hablan de cifras positivas en concreto. Le faltaron 50 días para completar un año como entrenador principal de Alianza Lima y en 315 jornadas, Guillermo Salas pudo dirigir en 41 oportunidades al primer equipo, con un saldo de 27 victorias, tres empates y 11 derrotas. Dos títulos en torneos cortos y el título nacional de 2022 se van en su mochila de regreso a casa. Su 69% de productividad es la mejor desde el 71% que logró Paulo Autuori en el Año del Centenario pero ni con cifras tan elocuentes, “Chicho” pudo convencer al ¿exigente? hincha de Alianza. 

Y lo pongo entre interrogantes porque hay dos tipos de hinchas: Esta aquel que más allá de guardar o no simpatía con el entrenador de turno, dio un voto de confianza y confió en que se podía alcanzar un proceso serio y que debería traer algunos frutos, pero también están los del bando contrario, cuyos escudos del “no tiene experiencia” fueron empleados para pedir su cabeza “desde la derrota en el amistoso ante Atlético Nacional” (Chicho dixit).

¿Qué se pretendió con subir a Salas al primer equipo el año pasado? Salvó en dos o tres partidos, le fue bien y dejó el interinato hasta alcanzar un título nacional. Hasta ahí perfecto, pero ganada la final a Melgar ¿qué se buscó? La dirigencia de Alianza no planificó algo concreto con Salas y solo planearon algo mientras el protagonista de esta historia servía. No miraron a futuro y la ratificación de Salas fue populista y no fue pensada como un proyecto en serio, del que se debía sacar algo positivo posterior.

Y cuando Salas “dejó de servir” vino un vendaval de sucesos criticables. No me gusta especular, no soy de aquellos que creen en novelas armadas en redes sociales. Pero la posición de algunos jugadores me dejó serias dudas y por fuentes muy confiables, la interna estaba quebrada a raíz de la decisión sobre determinado jugador. Guillermo Salas perdió el control del vestuario y no sintió el respaldo que sus decisiones requerían y al pasar eso, sencillamente la maquinaria no funciona y la pita se rompe siempre por el lado más débil, la del entrenador.

En el cierre de este post, pienso en quienes respaldamos a “Chicho” y en lo personal, me quedo tranquilo porque hasta donde pudo, Salas hizo su trabajo pero los resultados y lo que mostraba Alianza en el inicio del Clausura, ya demostraba que algo iba mal y que lo ideal era dar un paso al costado. Pero pienso también en esa gente que esperaba que Alianza pierda para descargar sus frustraciones con el entrenador y en la felicidad que hoy deben sentir ellos. Si, el enemigo no es el clásico rival, el enemigo está en casa, el enemigo está luciendo la misma camiseta que tu también defiendes y que esperó que el clásico rival golee en Matute solo para que el entrenador se vaya. Ojalá sean felices esos impresentables.

El manejo del Club Alianza Lima sobre este tema fue discreto para mal. Si Salas había perdido la confianza ¿por qué esperar a que los medios manoseen su nombre con descaro absoluto antes de dar un comunicado oficial? Esa es mi percepción, como ha pasado con otros referentes históricos de la institución, Alianza Lima dejó que se manosee de manera innecesaria y absurda el nombre de alguien que ganó títulos como jugador y entrenador para la institución. El daño está hecho, el final fue oficial. La mejor de las suertes para Salas en su futuro; que de esta experiencia saque aprendizajes pero que las puertas de Alianza estén abiertas para él, lo merece.

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