Se nos acabó una racha impresionante que nos ilusionó muy marzo. Soy consciente que la derrota ante Huancayo no será la primera del año y que no debería dolernos tanto, pero el regreso de Cueva y el ataque blanquiazul me hicieron creer que nos llevábamos seguros los tres puntos que nos iban a trasladar hacia la cima de la tabla.
Como leí por ahí, los errores se pagan caro. Esta vez varios de nuestros futbolistas no estuvieron en su mejor versión, y Alianza Lima lo sufrió en un mal momento del campeonato, justo cuando varios rivales avanzan lentos pero seguros y nosotros necesitamos confianza para la Libertadores. Cómo se sintieron las ausencias. Carlos Zambrano se hizo extrañar atrás, mientras que Bryan Reyna, que me dejó anímicamente durante el último partido en Matute, fue, para mí, el gran ausente en el equipo de Chicho Salas.
El tanto de Rodrigo Colombo al inicio del encuentro no parecía letal, pero ya avisaba que nuestro arquero estaba visiblemente desconcentrado y que Huancayo no iba a darnos un partido fácil. El golazo a media distancia de Gabi Costa (con abrazo incluido al DT) fue un bello recordatorio de que todavía quedaba mucho partido. Lástima que no fue así al final y que ese medio tiempo no llegó con un mensaje poderoso para nuestros muchachos.
La desconcentración de mitad de la cancha para abajo se confirmó en la segunda mitad del encuentro, con el pésimo pase de Pablo Miguez a Saravia, que reaccionó con un despeje de TERROR, que terminó en piernas del rival y lo llevó hacia su segundo tanto. Un golpe anímico letal para nosotros blanquiazules, que los bloopers nos caen siempre como agua fría y nos tumban al punto de tirar la toalla. Parece que esta vez también sucedió así.
A esas alturas del partido, el debut de Christian Cueva estaba opacado por completo. Chicho lo llamó tarde y Aladino nada pudo hacer con la defensa cerrada de Huancayo, que se aferraba a la victoria sin darnos tiempo de replantear nada.
La caída de regreso a la realidad puede ser incómoda, pero llegar a pedir la cabeza del técnico por un partido me parece una exageración. Toca sobarnos, ver nuestros errores, pulir nuestros aciertos y enfocarnos en retomar el buen ritmo que veníamos teniendo hasta la fecha. Todavía tenemos menos partidos que varios rivales y estamos peleando nuestro derecho a jugarnos la final a fin de año. No regalemos partidos. No bajemos la guardia y mucho menos, no dejemos de entregarle nuestro aliento al equipo, que el sueño del tricampeonato lo estamos persiguiendo todos.