Hemos tenido una derrota preocupante contra el Boys, que ha estado celebrando como si hubiera ganado el Mundial de clubes. Ya nos leen, Chicho demora demasiado en los recambios y su continuidad en el club ha entrado en debate durante toda esta semana. Sin embargo, a estas alturas de la semana ya no me importa hablar sobre lo pasado y quiero enfocarme nada más en recalcar lo importante que será ganar el que se ha convertido en el partido más importante de este medio año: el clásico.
El encuentro podría definir a quien sería nuestro próximo rival en la final de este año, porque seamos sinceros, apunta a ser campeón del Clausura, Sporting Cristal y Universitario. Se trata de equipos con capacidad de recuperación rápida, tanto física como anímicamente. Quizás el golpe de la derrota ante Corinthians y el regreso del preparador físico racista haya sido demasiado movimiento emocional para el grupo crema, pero seamos sinceros, no les toma demasiado en volver a estar cohesionados y, si bien son pésimos perdedores y tienen un técnico que bordea lo absurdo y el negacionismo, tienen la presión de una hinchada con hambre de copas y un dirigencia que necesita campeonar. Por eso no podemos confiarnos: tienen el objetivo clarísimo.
Por su parte, los celestes tienen individualidades importantes y aunque dicen las malas lenguas que el grupo ha pasado un terrible remezón después de la eliminación de la Sudamericana, cuentan con un técnico preparado, maduro y capaz de sacarlos campeones.
Alianza Lima tendrá que entregar su mejor 11 al inicio del partido. Va Campos; Zanelatto, Zambrano, Míguez, Lagos; Ballón, Castillo, Concha; Costa, Reyna y Sabbag. En la banca Andrade, García y Cueva, quien tendrá una última oportunidad y esa tendrá que ser hacer el partido de su vida. Este sábado quienes vayamos al estadio tenemos la obligación de hacer de Matute una caldera. Vamos carajo. Por esos tres puntos de oro que nos prometen seguir soñando con olvidarnos de una final y levantar directamente esa copa de nuestro ansiado Tri.