Turista en Matute: Una revancha inolvidable

Después de varios minutos frente a mi laptop, fui consciente que era verdaderamente necesario estar frente a un televisor para poder seguir el Alianza Lima – Libertad. No tengo cable. No tengo Star Plus. Faltaba poco para el inicio del partido y no podía perderme el arranque. Como todos los aliancistas de corazón, como todos los que siguen comprando sus entradas a los partidos de la Libertadores pese a todo y los que siguen creyendo junto al equipo, yo también estaba con el corazón en la mano esperando que esta vez, las cosas fueran diferentes. Por eso, y luchando contra mi propia flojera, decidí tomar cartas en el asunto, pararme de mi cómodo sillón, ponerme ropa de deporte, y me dirigí con prisa al único lugar donde sabía que iba a poder ver completa nuestra revancha internacional: el gimnasio.

Nunca voy. He pagado una membresía anual que seguro acepté más por presión que por convicción. Pero ahí estaba: Instalada frente al televisor, viendo transcurrir el primer tiempo mientras corría en la caminadora, pensando en los muchachos y viendo cómo concentrados, aunque con menos posesión del balón que su par paraguayo, controlaban la situación y mantenían el marcador el empate y la esperanza viva.

Por ese entonces Carlos Zambrano ya había lucido su jerarquía en la cancha salvándonos de un tanto en contra con un despeje que casi me produce un desmayo y el “mono” Campos se mantenía seguro bajo los tres palos ante cada remate. Mientras sudaba como los nuestros lo hacían en el Defensores del Chaco, pensaba en que ese era nuestro día, que nadie ni nada nos lo iba a robar y en que nunca más iba a intentar escuchar un partido en RPP Radio, donde tuvieron la “genial” idea de transmitir un Goiás equipo C vs. Universitario, a la par que el partido del Bicampeón de la liga peruana en la Copa Libertadores de América, el campeonato más importante del continente.

Para el segundo tiempo ya estaba en la bicicleta estacionaria. Fue rápido el gol con el que Aldair detuvo mi pedaleo y por el cual tuve que verificar en Google y Twitter que no estaba soñando, Alianza Lima estaba ganando 1-0 a Libertad en Paraguay. Luego llegaría esta intensa incomodidad con el arbitraje, sus dos revisadas en en VAR, la segunda con anulación del otro tanto que marcó Aldair. Ay, Aldair. Muchas veces hablé mal de él, alguna vez desee que se vaya para que se quedara nuestro entrañable Arley. Esos tantos hicieron que me tragara mis palabras. Estuvo donde tenía que estar para asegurarnos ese levante anímico que significó ese primer tanto tan rápido. Luego del golazo de Sabbag y el abrazo de Chicho, el comando técnico y toda la banca de suplentes, era imposible levantarme de mi lugar, y desde las bicicletas estacionarias ya éramos varios que pedíamos que todo se acabe ya. Pero como estamos acostumbrados a ser felices después de sufrir, el penal en contra llevó el ritmo del partido a otro nivel y mi ansiedad se transformó en gritos. Solo el pitazo final dio concluida mi rutina de entrenamiento y permitió que me parase para celebrar ya en casa el mejor partido que le he visto al equipo de Chicho Salas. La revancha llegó con lágrimas y una vez más fuimos Alegría.

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