Lo que se vivió este miércoles en Matute ha sido un hito en el fútbol femenino peruano. Solo un antialianza se atrevería a negar la magnitud histórica de la Noche Blanquiazul Femenina, una fiesta que no solo rindió homenaje a nuestras bicampeonas, sino donde también se celebró a todas las mujeres que crecimos en el Perú, que amamos el fútbol y que crecimos con las ganas de que se nos abra una posibilidad real de representar a nuestro club.

El espectáculo musical y pirotécnico solo fue la antesala para lo que se venía: Un Matute abarrotado de 25 mil almas cantando los 120 minutos de juego sin pausa ni descanso. Todas las tribunas se lucieron, pero como siempre, Sur marcó la diferencia entre banderolas, bombos, trompetas y camisetas ondeando al aire. Que hermoso marco para cada una de nuestras chicas, que una a una se acercaron al medio de la cancha para recibir el saludo, el aplauso y el reconocimiento del público que las vio alzar la copa nacional hace solo unos meses.

No puedo dejar de mencionar una vez más la respuesta de los fans. Hemos roto todos los paradigmas y nos hemos convertido en un fenómeno de estudio para el marketing deportivo. Respondemos siempre qu se nos convoca, y por eso marcamos la diferencia. Fue la primera vez en la historia del fútbol femenino del Perú en que un equipo presenta su plantel a estadio lleno. Y lo hizo Alianza Lima.

Quisiera acabar esta columna feliz pero quiero dejar salir dos cosas que me tienen pensantiva desde el miércoles. Una para bien, y otra para mal.

Uno: Colo Colo fue muy superior a nuestras chicas. El equipo chileno mereció la goleada tanto como nosotros el que se nos cobraran esos dos penales a favor. Sí, hubo mano, sí, hubo falta en el área. Dejando de lado esos dos hechos, que importante son este tipo de partidos antes de iniciar la temporada nacional. Es la única forma que tenemos de darnos cuenta todo lo que nos falta mejorar y cómo cada vez se hace más necesario compararnos con clubes de afuera, porque aquí el nivel competitivo todavía es flojo y no permite que nos mantengamos a un ritmo sostenido de crecimiento.

Dos: Que se vayan a la mierda los hinchas que se atreven a ver un espectáculo de fútbol femenino y que hacen comentarios misóginos miserables. Una compañera tuitera denunció que un sujeto, delante de su esposa e hija, se mandó un “váyanse a la cocina” de esos que solo le escuchas a un cavernícola. ¿Para eso asisten a un evento donde se nos reivindica como parte de la hinchada?, ¿Acaso este sujeto podría pararse frente a 25 mil personas a lucir un fútbo más elevado que el de nuestas dos veces campeonas? Un poquito de por favor. Por otro lado, putear a un jugador al ras del campo debe ser una de las cosas más me preocupan de Matute. Claro, cuando estamos arriba en la tabla, que lindo es el vitoreo cara a cara, pero cuando no nos va bien… lo dejo ahí.