Turista en Matute: El Derecho a Alentar en Paz

Mi primera vez en Matute fue en 2016. Ya había ido varias veces al Nacional para ver a la selección peruana, pero la posibilidad de visitar el estadio de las leyendas de mi infancia fue un acontecimiento que tardó y que revolucionó mi vida. Desde siempre, mi papá y sus hermanos recordaban en mis narices las hazañas de las que fueron testigos desde Sur. Así me hice de Alianza Lima, empapada de fantasías, de memorias, de promesas, pero sin jamás pisar nunca durante mi niñez o adolescencia el mítico estadio de La Victoria, a solo 5 minutos de mi casa.

¿Por qué demoré tanto en alentar al Alianza Lima desde una tribuna? Años después, los “no podemos ir al estadio” de mi padre tendrían una explicación comprensible: Ni él, ni sus hermanos se sentían capaces de brindarme seguridad durante los 2000’s, donde la violencia alrededor de los estadios que alojaban los partidos de primera división se disparó.

Las grescas entre barras, las noticias de balaceras entre barristas y finalmente, el asesinato de Walter Oyarce en un estadio rival, generó que mi padre decidiera finalmente cerrar la posibilidad de llevarme a un espectáculo deportivo donde Alianza Lima fuese protagonista.

Tuvieron que pasar muchísimos años para que finalmente las ganas de volver a salir campeones lo empujasen a preguntarme si quería acompañarlo a Matute a alentar a nuestro equipo, que ya para ese momento del clausura no peleaba nada.

Me atrevo a recordar estos episodios porque, si bien en los últimos años el fútbol le ha abierto las puertas cada vez más a las familias, se trata de una situación en constante riesgo de perderse. El aliento en paz está controlado, pero todavía no es un derecho, al menos no en el Perú. Para comprobarlo basta leer las noticias y enterarse cómo todavía balean a muchos por usar una camiseta o prender la TV para ver que unos hijos de perra han tirado una bomba molotov a las paredes de Matute, a solo unos días del clásico. Solo espero que las épocas en las que la pasión, el deporte y las ganas de muchos papás de llevar a sus hijas a alentar al Alianza Lima desde la cancha estaban en riesgo.

Por: Lucia ‘Luchita’ Calderón

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