#edito-reAL: Una Vida Entera

Foto: Alessio Martinez.

Naces. Creces.

Lo descubrirás. Vas a reír. Vas a llorar. Pasarás dieciocho años sin ser campeón. Te quedarás con el sabor de la victoria a medias.  Pero sabrás gritar CAMPEÓN varias veces. Caminarás sin importar distancias. Viajarás sin importar el dinero. Pasarás hambre. Llegarás tarde a la chamba o a clases, o faltarás a ambas. Lo verás salir adelante. Lo verás ganar. Lo verás perder. Celebrarás con los tuyos hasta perder la razón, ebrio de tanta gloria y festejo. Te irás a dormir sobrio, tranquilo, pero contento. Llegarás el lunes con una sonrisa de oreja a oreja y la mirada en todo lo alto, si puedes con la camiseta en el pecho, desafiante. O podrás llegar molesto, hundido en la bronca de no haber podido, esquivando comentarios sarcásticos, mirando amenazante a los que te busquen los ojos para soltar la joda. Vendrá un diciembre donde prepares la fiesta o simplemente aplaudas dando las gracias al equipo que peleó y no pudo. Esperarás hasta el próximo campeonato con las mismas ansias de quien espera un ser querido. Leerás en los periódicos quienes serán los jales. Imaginarás cómo será la camiseta del año en curso.

Escucharás historias viejas, de ídolos en sepia y sus hazañas. Aprenderás alineaciones de memoria. Revivirás goles en You Tube mil y una veces y los querrás gritas con la misma fuerza, como si fuesen en vivo. Recordarás cada 8 de diciembre. Juntarás las manos como Sandro. Silbarás el himno mientras haces cosas en casa. Cantarás las canciones de La 20 en el carro con tus patas, voleando las camisetas.  Vas a putear a la Policía cuando joda. Vas a aplaudir a los chicos de la reserva y la ilusión que dejan en cada toque de balón.   

Vas a mirar hombres, mujeres y niños por la calle –muchos–  con sus camisetas sin que estén en La Victoria en una tarde de partido. Los verás un martes, por ejemplo, caminando con la blanquiazul  y vas a quedarte mirándolos y, estoy seguro, vas a sonreír y lo vas a contar con orgullo. Vas a ver algún canal deportivo internacional nombrando a Cueto, Cubillas, Velásquez, Benítez, Joya, Delgado y vas a sentir un orgullo inmenso como si se tratara de tu familia. Vas a encontrar algún cuaderno del colegio entre tus cosas viejas y entre las últimas páginas verás dibujado varios corazones con un AL dentro. Ojearás viejas revistas y recordarás que a ese partido fuiste  o que fue tu primera visita a Matute. Mirarás entre los boletos que coleccionas y te darás cuenta que cada uno es una historia diferente porque te ata a recuerdos que no puedes ni quieres borrar de tu mente.

Te preguntarán “¿por qué eres de ese equipo?”. Sentirás que no te entienden y te importará poco o nada si lo hacen. Te recordarán los rivales todo lo malo, pero no retrocederás ni un centímetro porque para ponerse esta camiseta hay que tener sangre, corazón y huevos. Vas a discutir. Vas a pelear. Ganarás amigos. Perderás algunos.

Colgarás tus banderas, tocarás el bombo, tirarás los papeles al viento, lanzarás los contómetros lo más alto que puedas, encenderás la bengala queriendo desatar un infierno para decir ESTÁS JUGANDO CONTRA ALIANZA Y SU GENTE. Te abrazarás con propios y extraños gritando goles.

Verás jugadores ir y venir. Los idolatrarás cuando niño mirando sus jugadas como si fuesen superhéroes. Luego los verás debutar en primera con ojos de esperanza, como si fueran tus hijos dando sus primeros pasos. Entrarás a la cancha y te sentirás en casa, sin perder la emoción de siempre volver como si fuese la primera vez que entraste, haya sido con tu viejo, tu abuelo o con la mancha, mangueando o con un adulto para no pagar. Llevarás a tus hermanos menores, a tus primos, a los chibolos del barrio; luego a tus hijos y a tus nietos. En cualquiera de estos casos vas a sentir que compartes con ellos un secreto maravilloso destinado no para cualquiera, les comprarás su primera camiseta y te tomarás una foto para colgarla en redes.

Pasarán los años, muchos años. Y vas a sentir que has caminado toda una vida con tus colores, te sentirás cansado, recordarás cada momento vivido, cada momento que puedas recordar, tal vez exageres un poco con las historias. Contarás a todos cómo te hiciste hincha, cómo llevaste a tu novia a la cancha o cuántas perdiste por no dejar de cumplir el sagrado deber de estar en las buenas y en las malas ahí en el cemento. Muchos de aquellos con quienes anduviste se comenzarán a ir y sentirás la soledad y el dolor en lo inflexible que es la muerte para cumplir con su deber, como el nueve que no sabe perdonar cuando se acerca al arco. Sentirás tristeza y sólo te quedarán recuerdos.

Pero entre todos estos, tendrás siempre un lugar privilegiado para ese amor que nunca abandonaste, aquel que nunca pensaste cambiar por otros colores, y así con tus recuerdos algún día también te irás de este mundo…

Tenemos un periodo de tiempo asignado al que llamamos vida, no sabemos cuándo ni por qué llegamos aquí, tampoco cuándo será nuestra fecha de partida. El vivir es un balón que rueda incansable y no sabe cuándo detenerse, y en esta vida se dan cita miles de hechos que nos marcan la ruta, que nos guían el camino.

No vimos nacer a ALIANZA LIMA, nos tocó vivir sus años más difíciles sin que la alegría se extinga porque seguimos sonriendo cada vez que salen once camisetas blanquiazules al campo. Y con orgullo podemos decir que no lo veremos morir y que estamos seguros seguirá muchos años más en los corazones y en el abrazo sincero cuando se cante A LA VICTORIA VOLVEREMOS PARA VERTE CAMPEONAR.

Nosotros moriremos. ALIANZA LIMA ya es inmortal, porque ni la muerte pudo matarlo.

Feliz 122 años, grone querido. Gracias por ser.

Por: Metalgrone
Foto: Alessio Martinez

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