Partido de vuelta de la final, esta vez, de visita en el Monumental. Marco difícil, por la pequeña ventaja que se logró sacar en casa. A esto, le tuvimos que sumar la falta de Sandy Dorador, por una sanción que tuvo lugar en el clásico del hexagonal. Sin duda, una falta dura para el equipo quien ve como capitana sin banda a Sandy. El rival llegaría con sus mejores armas para lograr revertir el marcador.
Inicio del primer tiempo contundente para el equipo local, la defensa blanquiazul no podía controlar el ataque crema que venía con todo. El lado derecho sería de sufrimiento, los mayores acercamientos de las merengues serían por ahí. Las aproximaciones se harían cada vez más difíciles de frenar, ayudándose de los tiros libres. Maryory Sánchez haría más de lo imposible para sacar las pelotas del rival y cuidar su arco. El ataque blanquiazul que estábamos acostumbrados no estaba más. Poco o nada de llegadas al arco rival. El juego totalmente a favor de las cremas. El arco en 0 era lo único que nos mantenía con la esperanza viva, solo se necesitaba un cambio efectivo en el replanteamiento para que el equipo que conocíamos vuelva.
Segundo tiempo a favor del rival, prácticamente igual al anterior. Al parecer, no hubo cambios en el juego de Alianza. El ataque contundente con el que venía Universitario hacía necesario la aparición de cambios en el equipo. Allison Azabache y Rosa Castro se retirarían del campo para darle ingreso a Neidy Romero y Sandra Ibargüen. Cambios extraños, sobre todo por la colombiana que jugaría de defensa. Las llegadas del rival cada vez eran más claras. Sashenka Porras también dejaría la cancha para darle pase a Birka Ruiz, tratando de “refrescar” el ataque. Otra jugada de tiro libre para Universitario sería la responsable del empate. Jugada inteligente, evitando el tiro directo para cambiarlo por la asistencia. La “defensa” de Ibargüen no llegaría a reaccionar ante la rapidez del rival. A los 70 minutos, Universitario gritaría el gol del empate y con eso, se vendrían por más. Los errores de la defensa facilitarían la labor de las atacantes cremas, quienes dirigidas esta vez por Campoverde, celebrarían el gol de su victoria y el gol de nuestra condena.
Momento díficil, donde la molestía embargaba. Alianza podía más, pero el juego de Universitario fue superior. El rival supo replantear y jugar el partido más importante de toda la temporada. Muchas inneficiencias en el equipo donde muchas cosas partieron desde el comando técnico. El único partido que importaba no lo supieron jugar y eso nos costó el tricampeonato. Es momento de reformular varios aspectos desde las cabezas más altas. El esperado “salto de calidad” parece no haber llegado a un equipo que estaba bien posicionado. Esperemos, que se realicen los cambios necesarios con miras a la próxima temporada. Por más duro que fue esta final, las jugadoras deben terminar la temporada con la cabeza en alto, recordando que este amor es incondicionAL.