Mi nombre es Enrique, mi hobbie es Alianza, mi pasatiempo es coleccionar datos e historias de Alianza, mi fin de semana se traslada a Matute, con mi hijo. Le prometí que iríamos al clásico, esa promesa está desde inicio del año, el no sabe lo que es perder en Matute, ni siquiera el empate conoce, cada vez que llevo a mi chamaco siempre Alianza gana, le dije – el clásico en Matute nos vamos compadre -listo papá, tengo que ir para ganarlo.
Pero los designios de la vida no los entiende el hombre, cuando Alianza perdía el partido con Boys yo salía de casa, me salió un trabajo en un proyecto minero, escuchaba el partido en el camino a la agencia, mientras que mi mente estaba en el clásico y en la promesa rota de la semana siguiente, me despedí de mi hijo y lo pude ver cómo se alejaba de la mano de mi madre, el con su camiseta de Alianza, con su número 7, le dije que el 7 más elegante que ví fue Marco Valencia, le conté que Marco no corría, el jugaba parado, que el junto a Darío Muchotrigo hicieron goleador a Waldir, que se olvide de ese tal Pablo que le hicimos creer que nos dió el bicampeonato, en el fondo el sabe que fue un autogol, nos abrazamos y no le dije nada acerca del clásico pero en el fondo me prometí a mi mismo que cuando volvamos a Matute, será inolvidable para los dos, el ama abrazarnos en un gol, su carita de felicidad es única, porque es gol de Alianza, de mi Alianza que ahora es de él también, han pasado 10 días, hablamos todos los días pero hasta hoy ni una palabra del Clásico, conversamos de la salida del Chicho, le expliqué que a veces esas cosas pasan, aunque a veces renegamos juntos por el esquema y los cambios del Chicho, le dije que no podemos ser malagradecidos, con alguien que nos dió muchas alegrías como jugador y como técnico.
Estoy en Arequipa en una mina donde la vida en familia se valora todos los días, extraño a mi hijo y mi hija, a mi esposa, extraño al Alianza, aquí el internet es limitado, en mi zona de trabajo no hay señal de nada, pierdo contacto con la sociedad desde las 6 a m hasta las 5 pm en que recién llegamos al campamento y cogemos algo de señal para poder llamar, escribir o informarse de algo, a las 9pm ya estamos todos «en el sobre». No soy el primero ni el último en vivir una experiencia similar pero aquí es donde ponemos en práctica el estribillo que muchas veces se repite «Dios, Familia y Alianza».
Pero dónde vaya, hasta el fin del mundo mi Blanquiazul querida siempre en mi pecho y en mi mente lo llevaré.
Arriba Alianza!
Ya voy mi cholo!