“Alianza Lima es el Perú” es una de las tantas frases blanquiazules que nos representan como colectivo humano, y que calan profundamente en nuestros corazones estemos o no cerca de la Patria.

Todos tenemos una historia que nos intersecta con esa conocida frase. La mía va así. Como una mujer que ama profundamente su país, siempre busqué espacios donde se abrace el orgullo de la peruanidad y donde la identidad nunca deje de lado el arraigo hacia lo popular, la tradición y la hermandad a través de los orígenes. Por eso me hice aliancista, entre la polka “Arriba Alianza cuando tu juegas todo te vemos triunfar” que sonaba de la vieja radio de mi abuelo en La Victoria. Yo vivía en la Urbanización Túpac Amaru, cerca al Óvalo de Arriola. Porque ahí crecí, también vi por primera vez entre las calles de mi barrio el rostro del rebelde indígena José Gabriel Condorcanqui Noguera​​​, a quien reconocí años después en la bandera del Comando Sur.

Mi papá me hizo amar mi país entre poemas, historias, museos, libros y canciones, muchas de ellas valses que elogiaban nuestro fútbol y a las figuras del deporte nacional que en su momento dieron gloria a la nación. Una de ellas fue el as entre los ases y figura continental, el maestro Alejandro Villanueva, el inolvidable manguera que dio lauros al Perú.

Luego tocaría salir de casa y decirle al mundo de donde venía. “Soy de La Victoria”, fue la primera presentación que tuve durante toda mi época universitaria, la misma donde conecté con otros aliancistas del resto de la ciudad porque mi barrio, era, es, y sigue siendo blanquiazul. Y tiene todos los caminos con dirección a Matute. Y eso estuvo bastante claro cuando entendí que era parte de mi responsabilidad como hincha del Alianza Lima y victoriana alentar en la cancha.

Mi Perú siempre estuvo conectado al Alianza Lima. Y por eso hoy en Fiestas Patrias, también quiero rendirle homenaje a ese club con el que crecí en vivencias y emociones como si fuera mi familia. Arriba el Perú y arriba mi Alianza Lima.