Un año más quedamos muy temprano fuera de una competencia internacional. Podemos poner muchos peros y excusas, apelar al discurso clásico que subraya la dificultad de los rivales, argumentar que en nuestro grupo había dos conjuntos brasileros e incluso compararnos con los otros equipos peruanos que siguen compitiendo afuera. Pero no. Llegó el momento de enfrentar el momento con crítica y aceptar que los grandes también caen y que, lamentablemente, aún no contamos con una dirigencia que nos arme para competir a otro nivel.

Es doloroso porque el hincha responde consumiendo y aportando al club. Aparentemente, porque los números no pueden mentir, el equipo de marketing y su trabajo reflejado en récords en taquilla nos permiten tener ingresos suficientes para enfocarnos en fichar a futbolistas capaces de brindarnos resultados positivos. Yo misma me pregunto por qué con todo lo que tenemos atrás no nos alcanza. Los refuerzos que trajeron no pudieron en casa, ni de visita. Cueva no brilló en ningún cotejo internacional y resulta indignante a estas alturas ver las cifras del monto que recibe mensualmente como ingreso. Nuestra dirigencia no pesa y la mentalidad del futbolista aliancista tampoco parece ayudar. ¿Sabe un extranjero que ficha por Alianza lo importante de cuidar los resultados en casa?, ¿Sabe que tenemos una racha tremenda que es obligación acabar?

Continuaremos en la Liga 1 soñando con el Tri, pero el siguiente año ya no podemos tolerar mediocridades. Cabezas han de tener que rodar por este nuevo fracaso y espero que desde arriba estén listos para la decisión. El próximo año no podemos apuntar a una sola victoria y rezar por un cupo en la Sudamericana de visita y frente a uno de los grandes del torneo. Hay que planificar, ser realista, minucioso y sobre todo, estratégico. Ahora a levantarse, otra vez.