Una semana pasándola mal es suficiente. Hasta ayer me encontraba perturbada por la mala racha que hemos tenido desde ese fin de semana que perdimos con Melgar. Las chicas de Alianza Femenino pisaron el Monumental con una soberbia de terror y terminaron perdieron feo (un error estúpido del que no pudimos reponernos), jugando un feo primer tiempo y con una expulsión absurda el único partido de la liga en donde se debía tener concentración. Esos tres puntos que nos quitó la U nos van a doler hasta el final y ahora dependemos de una caída del equipo crema para levantar la cabeza. De otro modo solo nos queda esperar el segundo lugar porque no tenemos otro rival.
A eso se suma la investigación que la Federación Peruana de Fútbol les abrió al menos a tres jugadoras blanquiazules por ponerse a bailar ‘Tiempo de Vals’ durante el calentamiento. La chayannada de las grones solo coronó la decepción de quienes esperaban más del equipo liderado por Jhon Alber Ortiz, que se la llevó barata, porque nos pudieron haber metido más. Y lo digo con seguridad porque estuve en las gradas del estadio de Ate ese domingo. Y no solo me gané con una pésima organización del local (que terminó metiendo a oriente, sur y occidente en una sola tribuna), sino con un Alianza despintado, nervioso y con solo una futbolista segura en la cancha: nuestra arquera.
El partido con Melgar no merecimos perderlo así. Incluso yendo con suplentes, el empate se pudo haber mantenido si es que existiese cabeza fría y liderazgo. Y lo digo con tristeza porque el año pasado, ante una situación riesgosa, el grupo elegía mantenerse sólido contra todo para seguir sumando. Un gol a los 90+5 y de pelota parada duele porque te encontraron distraído (o confiado).
Punto aparte está el partido contra Libertad. No nos recuperamos del gol anulado y nos quedó corto el segundo tiempo. Quizás si los cambios hubiesen sido antes, llegábamos al empate. ¿Lo mejor de Alianza? El no haberle bajado la cabeza al equipo paraguayo y Gaby Costa. ¿Lo peor? La improvisación de nuestro DT, que se ha quedado sin tiempo para seguir “probando”. Ese partido lo viví con dolor porque ahí quedó nuestra oportunidad de escalar en la Libertadores. La tenemos mega difícil contra Mineiro y Paranaense. Ganarlos sería una hazaña casi imposible, teniendo en cuenta que tenemos varias bajas para los siguiente partidos por lesión. Andrade y el reciente diagnóstico de Peruzzi nos han caído como una maldición.
Sabbag no juega el domingo contra Binacional con tarjetas acumuladas. Con ese panorama, no pierdo la esperanza que consigamos los tres puntos en casa para finalmente tener asegurado el apertura. Luego se nos viene lo más complicado: el clausura y soñar con el Tri con este equipo que se aferra a sus magníficas individualidades y en la buena onda, pero que aún no tiene norte ni encuentra asociaciones clave.